jueves, 26 de abril de 2012

TOITO TE LO CONSIENTO


¿Te acuerdas de aquella copla

que escuchamos aquel día

sin saber quién la cantaba

ni de qué rincón salía?...

¡Qué encanto! ¿Verdad?

¡Qué duende, qué sentimiento,

pero qué estilo, qué voz!

Creo que se nos saltaron

las lágrimas a los dos.


"Toíto te lo consiento

menos faltarle a mi mare,

que una mare no se encuentra

y a tí te encontré en la calle".


No vayas a figurarte

que esto va con intención,

tú sabes que por tí tengo

grabao en el corazón

el querer más puro y firme

que ningún hombre sintiera

por la que Dios, uno y trino,

le entregó por compañera.

Pero es bonita la copla

y entra bien por soleares:

"Toíto te lo consiento

menos faltarle a mi mare".



Y me enterao casualmente

de que le faltaste ayer.

Y nadie me lo ha contao;

 nadie, pero yo lo sé.

Que tengo entre dos amores

mi cariño repartío,

si encuentro el uno llorando

es que el otro lo ha ofendío;

y, mira, nunca me quejo

de tus caprichos constantes:

¿Quieres un vestío?...catorce.

¿Quieres un reloj?... de brillantes.

Ni me importa que la gente

venga de mí murmurando

que si soy pa tí un muñeco

que si me has quitao el mando...


Que en la diestra y la siniestra

tienes un par de agujeros,

por donde se va a los mares

el río de mis dineros.

Que yo con tal de que nunca...

 de mi lao te separes...

"Toíto te lo consiento

menos faltarle a mi mare".


Porque ese mimbre de luto

que no levanta la voz,

que en seis años no ha tenío

contigo ni un sí ni un no,

que anda como pavesa,

que no gime ni suspira,

que se le llenan los ojos

de gloria cuando nos mira.

Que me crió con su sangre,

y me guiaba la mano

para que me persignara

como tó fiel cristiano;

y en las candelas del hijo

consumió su juventud

cuando era...cuarenta veces

 mucho más guapa que tú;

tienes que hacerte la cuenta

que la has visto en los altares

e incártele de rodillas

antes que hablarle a mi mare.

Porque el amor que te tengo

se lo debes a su amor.

Que yo me casé contigo

porque ella me lo mandó.


Con que a ver si tu conciencia,

se aprende esta copla mía,

muy semejante a aquel cante

que escucháramos un día,

sin saber quién lo cantaba

ni de qué rincón salía.


"A la mare de mi alma

la quiero desde la cuna.

Por Dios, no me la avasalles

que mare no hay más que una

y a tí te encontré en la calle".



domingo, 1 de abril de 2012

LA DECLAMACION


La declamación es un arte escénico como lo son el teatro y la danza, en el sentido que se desarrolla frente a un público que observa y escucha, que participa siendo testigo ocular y auditivo del arte representado.

Es cierto que una declamación puede grabarse y su audio puede ser escuchado – como se escucharía una obra de teatro – pero algunos comentarán que se pierde mucho del arte escénico sin la imagen visual del declamador.

Podríamos decir que la declamación es la interpretación de un poema, buscando profundizar su mensaje con el uso armonioso de la voz y la sutileza del gesto y la mímica y mucho mejor si se identifica con el poema.

La declamación busca cautivar al espectador para que vibre con el sonido y significado de las palabras, acentuando con el gesto, la mímica y el movimiento aquellos versos o palabras que destaquen el sentimiento y la emoción contenida en el poema.

Muchos autores han tratado de diferenciar declamación y recitación, aunque en la actualidad ambos términos se utilizan como sinónimos. 

Estos autores hacen énfasis en que la recitación excluye el uso del gesto y mímica, concentrando todo su arte en la voz y su modulación, muy parecido a la lectura de poemas, solo que haciendo la diferencia que en la recitación se memoriza el poema y se carece de atril.

En el siglo XIX y principios del XX esta diferencia era muy notoria en cuanto la interpretación corporal dentro de la declamación era muy expresiva, con mucha mímica, desplazamientos en escena, uso de elementos visuales y en algunos casos el uso de varios disfraces en el curso de una misma declamación.

Todo esto ha ido desapareciendo en la declamación moderna y en la actualidad la declamación clásica es considerada excesiva y teatral.